REFLEXIÓN DE JUEVES SANTO
Abril 13 de 2017
JUEVES SANTO
Textos Bíblicos: Salmo 116:
1, 10-17; Éxodo 12:1-4, (5-10), 11-14; 1 Corintios 11:23-26; San Juan 13:1-17,
31b-35
El día de hoy celebramos dos cosas; la institución
de la cena del Señor y el lavatorio de los pies, estos acontecimientos son de
vital importancia en el entendimiento de nuestro ser como cristianos, pues
marcan la pauta de nuestra fe y relación con Dios a través de Jesucristo.
La institución de la Cena del Señor tiene su base
en la fiesta de la pascua judía, la lectura del Antiguo Testamento nos recuerda
este acontecimiento del que podemos sacar algunas impresiones; en primer lugar
la pascua judía recordará al pueblo de Israel su liberación de la esclavitud en Egipto, esto implica recordar la
fidelidad y amor de Dios, en segundo lugar la historia nos recuerda que la
pascua es una celebración familiar,
lo que nos recuerda la importancia de la unión familiar a la hora de acercarnos
a Dios, hoy en día cuando el concepto de familia ha cambiado tanto también Dios
espera que nos refugiemos en Él; pero la pascua también nos recuerda la
necesidad de la cooperación comunitaria,
el acompañamiento social, con nuestros vecinos y amigos, “si la familia es
demasiado pequeña se deberá compartir el cordero con el más próximo”, cosa que
implica asociarnos en comunidad para la adoración al Señor y la gratitud por su
liberación.
En ese orden de ideas, San Pablo nos recuerda, a
través de la carta a los Corintios, la Institución de la Cena del Señor, para
nosotros, sacramento de vida, en tanto que se nos ha ordenado celebrarla “todas
las veces y hasta el fin del mundo”. Recordar a Cristo en el sacramento de la
eucaristía es entonces reconocer lo que Dios ha hecho en nuestra vida, nuestra
familia y comunidad, compartir la mesa del Señor, es mucho más que un acto
ritualista o religioso, debe ser la vivencia de la experiencia de fe con Cristo
Jesús, que se evidencia en nuestro caminar en la sociedad, en nuestro
comportamiento, en la toma de nuestras decisiones, pues en cada uno de los pasos
que damos, vamos mostrando nuestro caminar y nuestra relación y devoción a
Jesús, La eucaristía es la oportunidad perfecta para experimentar un milagro de
amor, que viene de Dios para nosotros y de nosotros para el prójimo, en ese
sentido eucaristía, la “buena mesa” es amor, perdón, compasión, misericordia,
inclusión, etc.
Pero la mesa del Señor, también es un llamado al
más perfecto amor fraternal, el Evangelio nos invita a reflexionar en el
ejemplo de Jesús y nos muestra a un Jesús que llama a sus discípulos en
humildad para lavar sus pies, lavar los pies de alguien, significaba entre
otras cosas recibirle en casa, comprender el cansancio del camino, dar un
masaje en los pies era otorgar descanso para, seguramente, seguir el camino. Es
justamente lo que hace Jesús, toma la toalla, la palangana y el agua y comenzó
a lavar los pies a sus discípulos, a prepararlos para un camino que seguramente
no iba a ser fácil pero en el que Él estaba seguro que iban a salir
victoriosos, lavar los pies fue el gran ejemplo de Jesús, pues hizo un llamado
al servicio, llamado que aún está vigente entre nosotros porque el servicio es
la demostración del amor de Dios en nosotros.
¿Qué es la eucaristía para nosotros? Es la muestra
de amor de Dios a través de Jesús para nosotros, mediante una invitación al
servicio como muestra de amor en la construcción del Reino de Dios, “en esto
conocerán con son mis discípulos si tuvieren amor los unos con los otros”, una
vez más Dios nos llama al amor, y esta experiencia del amor es la experiencia
de la liberación de la pascua de Israel, una experiencia personal, familiar y
comunitaria, en donde Dios nos llama a construir la comunidad de amor de Jesús,
pues no hay nada más liberador para nuestras vidas que el amor de Dios en nosotros.
Que hoy podamos valorar los actos de amor de Dios
para nosotros, Su liberación, su entrega en servicio, su caminar a nuestro lado
para comprendernos y su ejemplo de amor quien a ofrendado su propia vida por
nosotros, de esa forma que seamos nosotros también constructores de la
comunidad de amor y de vida para que el mundo vea que somos los discípulos del
Señor.
Bendiciones para todos y todas.
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