El trabajo de la fe

Un café con Cristo


Una de las constantes actividades de la humanidad es el trabajo, desde la minoría de edad se nos enseña que el trabajo dignifica al ser humano, “ora et labora” es la máxima de los monjes benedictinos, la cual refiere la importancia de orar y trabajar en la vida del cristiano, Juan Calvino, por su parte, nos enseñaba que mientras nosotros salimos al campo a trabajar estamos rindiendo adoración a Dios, en tanto que maduramos nos damos cuenta de la importancia del trabajo para obtener los recursos necesarios para la vida y el sustento propio, de nuestra familia, empleados y sociedad en general; pensar en el concepto de trabajo nos trae a la mente una labor que se retribuye con pago, es decir, una acción laboral, reitero; lo que hacemos cada día a cambio de un salario, sin embargo, la expresión de trabajar además de tener la connotación de acción remunerada también se puede entender como “el intento por conseguir algo, generalmente con esfuerzo” (RAE) y esto implica ser más amplios en la definición de la palabra, trabajamos para tener mejores familias, una buena salud, relaciones afectivas sanas, etc. Así las cosas, pensar el trabajo de esta manera nos permite reconocer que absolutamente todos los seres humanos estamos trabajando por alguna cosa, niños y adultos, hombres y mujeres, estratos sociales altos y bajos, cualquier contraste que nosotros queramos observar en las personas los veremos trabajando por algún objetivo y esto es interesante porque es justamente de lo que el Evangelio nos habla el día de hoy, de manera general, el Texto nos desafía a trabajar nuestra fe, no obstante, para poder trabajar por algo, es decir esforzarnos para obtener lo que sea, es importante saber que es aquello que deseamos y de qué manera deberíamos o podríamos trabajarlo.

"Jesús manifiesta que todos tenemos tropiezos lo cual se constituye en una verdad que todos hemos vivenciado, usted y yo, en efecto, hemos tropezado alguna vez en la vida"

El Texto que hoy leímos comienza diciendo: “entonces los apóstoles dijeron al señor” (San Lucas 17:5), ese entonces nos refiere que antes había pasado algo y ese antes no lo podemos obviar si queremos comprender el mensaje que la perícopa nos presenta, esta palabra es una intersección entre dos momentos que está viviendo Jesús con sus discípulos, de esa manera, el antes del entonces es una enseñanza y advertencia de Jesús, Jesús manifiesta que todos tenemos tropiezos lo cual se constituye en una verdad que todos hemos vivenciado, usted y yo, en efecto, hemos tropezado alguna vez en la vida, algunos tropiezos pueden ser más duros que otros, sin embargo, todos nos dejan una experiencia para la vida, y Jesús es consciente de ello, el problema para Jesús radica no en quien tropieza sino en quien hace tropezar, nos da una advertencia de lo cuidadosos que debemos ser en el trato con las otras personas, con los más débiles, los vulnerados, pobres, enfermos, rechazados, con aquellos que tienen menos oportunidades que nosotros, ahora bien, esta no es la única advertencia que Jesús da en ese antes del entonces, Jesús llama la atención también al perdón, nos pide levantar la voz cuando seamos vulnerados, cuando nos hagan tropezar, pero también nos deja la instrucción de perdonar cuando hay arrepentimiento.

 

La tarea que nos deja Jesús no es nada fácil, porque cualquiera de nosotros es susceptible a hacer tropezar a una persona, herirla o lastimarla, a cualquiera de nosotros nos pueden hacen caer por un tropiezo, es evidente que el tema acá es de relaciones y de relacionamientos y, en ese sentido, de construcción de fe, pues la fe entendida como la creencia que nosotros tenemos y la firmeza de seguir a Cristo nos está poniendo unos estándares, quizás, altos en nuestra manera de comportarnos y de actuar, se nos está invitando a ver al otro con misericordia y con amor aun a aquel que nos ha hecho daño, tenemos acá entonces un área importante de trabajo en nuestra vida que es la coherencia en la fe, pasar del discurso a la práctica, y demostrar a Jesús y Su mensaje en nuestras propias vidas, por eso es que aparece el entonces, y la petición de los apóstoles ahora cobra sentido; “auméntanos la fe”, en otras palabras ayúdanos para poder cumplir con lo que tu estas demandando; si usted y yo vemos difícil la posibilidad de no ser tropiezo a otros con nuestras palabras y nuestros actos, si para usted y para mí es difícil perdonar a aquellos que nos han hecho daño, pues los apóstoles no estaban lejos de esa realidad y por eso pidieron que se les aumentara la fe.

 

Lo interesante en el relato es que Jesús ahora pone un adicional a su demanda, cuando sus discípulos le piden que aumente su fe Jesús refiere dos cosas, la primera tiene que ver con lo cuantitativo, no se necesita mucha fe para no dañar a otros o para perdonar, un grano de mostaza es suficiente para mover las montañas, ahora bien, el problema radica en lo cualitativo y Jesús amplia la enseñanza llevando la fe al sentido del trabajo; la fe se trabaja y se fortalece y es un trabajo continúo, lo que Jesús manifiesta es que nosotros debemos trabajar todo el tiempo para sostener, fortalecer y aumentar la fe, no hay descanso para ello, el resultado mínimo es no dañar al otro y aprender a perdonar, no se requiere mucho más que un grano de mostaza porque en términos generales es más fácil perdonar y no dañar a otros que mover montañas y, de otro lado, cuando perdonamos, cuando somos conscientes de que no podemos ir por la vida haciendo daños e hiriendo a nuestros congéneres ya estamos moviendo montañas, las montañas de odio, orgullo, arrogancia, envidia, entre otras, pero nada de esto llega si no trabajamos en nuestra propia fe, es la razón por la que Jesús pone por ejemplo a los siervos que trabajan en el campo y cuando llegan a su casa deben servir a su señor, es un trabajo sin descanso, continuo, en el que se sobrepone la voluntad del señor sobre la propia, así es el trabajo en el campo, el campesino se olvida de si mismo para ser uno con la tierra, él y su familia se entregan en cuerpo y alma para que nosotros tengamos alimento, eso es lo que está pidiendo el Señor, eso se llama coherencia, trabajamos en nuestra fe para dar testimonio de Jesús en quien creemos y a quien decimos amar, trabajamos sin descanso por ser mejores, no para la vanagloria sino paran dar a Jesús toda la potestad como Señor de nuestra vida.

"Lo que Jesús manifiesta es que nosotros debemos trabajar todo el tiempo para sostener, fortalecer y aumentar la fe, no hay descanso para ello, el resultado mínimo es no dañar al otro y aprender a perdonar, no se requiere mucho más que un grano de mostaza porque en términos generales es más fácil perdonar y no dañar a otros que mover montañas"

El trabajo de la fe es el trabajo diario de quien ama al Señor, es esforzado y tiene para nosotros la recompensa de aportar a la construcción de un mundo de paz y de no violencia, el trabajo de la fe, es el trabajo de la paz y de la fraternidad, el trabajo de la fe es un trabajo útil por medio de personas “inútiles” pero que han encontrado su propósito en la experiencia con Jesús, el trabajo de la fe es el trabajo de la esperanza y el amor que mueve las montañas de la indiferencia y del dolor de los seres humanos que sufren las injusticias de la vida.

 

Hoy les invito a que trabajemos nuestra fe de una manera práctica, porque Jesús es práctico, dispongamos nuestra vida para no dañar al otro y pidamos a Dios amor para poder amar a aquellos que nos han defraudado.

 

Con afecto;

        Luis Felipe

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