LA EUCARISTÍA COMO ACCIÓN DE GRACIAS COMUNITARIA
¿Cuál es el papel de la eucaristía en nuestro contexto e iglesia actual?
Se ha definido la eucaristía como “acción de gracias”, sin entrar a fondo en la definición basta con saber que es un ejercicio comunitario que busca agradecer a Dios y recordar la bondad de su infinito amor, no obstante, es necesario hacer un repaso de donde nace la costumbre y cual ha sido su desarrollo en la tradición cristiana.
La eucaristía tiene sus raíces en la celebración de la pascua judía, una fiesta que recordaba a las familias que Dios había salvado al pueblo del espíritu de muerte que atestaba en contra de los primogénitos egipcios (Cfr: Éxodo 12), dicha fiesta ordenada por Dios desde ese tiempo se hizo tradición en la cultura judía celebrándose cada año en familia como un rito de consagración y de espiritualidad judía. Es en este entorno de pascua en el que Jesús instituye el sacramento de la Cena Eucarística (Cfr: Mateo 26:17-29 y Marcos 14: 12-25); el rito es una necesidad para la familia que ahora sigue al Maestro de Galilea, la celebración de la pascua implica la institucionalización de una nueva comunidad en el marco de las comunidades judías, la celebración apunta hacia la praxis de lo que durante cerca de tres años se había teorizado, Jesús incita la organización de la fiesta e invita a participar de ella.
No obstante, es Pablo, con la ayuda de la comunidad de los Corintios, quien nos da luces de la continuidad de esta celebración, ahora bajo el nombre de “la cena del Señor” (Cfr: 1 Corintios 11:17-34). Participar de la cena era un acto cristiano y social de la comunidad primitiva, el desarrollo de la cena debe entenderse como un acto de socialización de la primitiva iglesia en el que cada uno participaba con su aporte y celebraba así la confesión kerigmática del momento, debemos recordar que la iglesia de los inicios era una comunidad casi comunista en la que todos compartían sus bienes en común (Cfr: Hechos de los Apóstoles 4:32). Sin embargo, el desarrollo de la institución sacramental de este momento social se debe a los abusos planteados por Pablo a los Corintios, a saber: Las divisiones suscitadas en la comunidad, el concepto personalizado que cada uno planteaba en el momento de la cena, la individualidad y poca capacidad para compartir, elementos tales que hacía del momento de la cena un momento de murmuración, división y deconstrucción de la comunidad cristiana que se planteaba para tal contexto (Cfr: 1 Corintios 11:18-21). De su parte Pablo reduce el banquete a los elementos primitivos de la cena pascual: Pan y vino, dando la connotación del cuerpo y la sangre del Señor.
A pesar de lo expuesto, se debe considerar que hay mucha más enseñanza en el transfondo social y eclesiástico que plantea Pablo que en la representación de los elementos como participación del sufrimiento y dolor del Cristo crucificado, pues si se tiene en cuenta el desarrollo social de tal comunidad la invitación del mensaje apunta a plantear una cena en la que evidentemente Cristo vivo se hace proponente de una mesa a la que todos quienes participen deben llevar su aporte personal, es una invitación a participar del pan de la Palabra, de la vida y del amor. La mesa propone la unión familiar que nos recuerda en la pascua la enseñanza de los padres hacia los hijos, esto es una participación de los más viejos y maduros en la fe de enseñanza hacia los mas jóvenes, implica presentar nuestros dones y talentos, nuestra alegría y nuestra vida como participación a la mesa de Cristo.
En efecto, Pablo habla de una culpa por participar indignamente del pan y de la copa, específicamente se refiere a quien no discierne el Cuerpo del Señor (Cfr 1 Corintios 11:29), pero el cuerpo del Señor corresponde a otro elemento más allá de lo místico y de lo que puede ser el elemento consagrado al uso sacramental, no es en los elementos en los que se discierne el Cuerpo de Cristo, sino en el entendimiento de la Iglesia como tal cuerpo (Cfr: Efesios 5:23), es la Iglesia la que se debe leer y discernir, es la Iglesia la que debe ser entendida en el espectro de comunidad que levanta al caído y da ayuda al desvalido, es la Iglesia la mesa de Cristo donde se pone el pan de la Palabra escrito, predicado y aplicado para el desarrollo de una mejor espiritualidad que apunta al bienestar social.
Quien no discierne la Iglesia como Cuerpo de Cristo, ya ha sido echado al juicio, en tanto que su vida se alimenta por las raíces de amargura propias de este mundo sin generar algún fruto digno de arrepentimiento, el pan que se parte y la copa que se bebe representan así la común unidad que permean al hombre y que hacen que la iglesia sea pilar y bastión de esta sociedad, sea luz en medio de las tinieblas y sal para la tierra. El cristianismo actual debe sentirse comprometido con su propia espiritualidad al participar de la Cena del Señor como acción de gracias, sanadora, no solo del cuerpo sino de las mismas relaciones interpersonales. Cada vez que la iglesia se reúne en torno a la eucaristía debe recordar que también propone algo en la mesa con su actitud hacia el amor, hacia la vida, hacia la libertad y hacia la individualidad en la comunidad.
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