Meditando en Nuestra Fe, 3 de abril, 2024

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy y la gracia que él me concedió no se quedó sin fruto.
(1 Corintios 15:10) 

 

Meditemos:  

El domingo pasado anunciamos la resurrección de Jesús, un anuncio supremamente importante porque es la base de nuestra fe, si Cristo no hubiera resucitado nuestro mensaje sería vacío porque la resurrección es la prueba de que Dios ha vencido a la muerte mediante Jesucristo y por eso nosotros tenemos vida eterna. 

En el pasaje de hoy (1 Corintios 15:1-11) nos encontramos a Pablo recordando las buenas noticias que han sido predicadas, que se mantienen firmes y que nos conducen a la salvación, esas buenas noticias son las mismas que hemos predicado durante la semana santa; Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado, resucitó al tercer día, todo esto conforme a las Escrituras y, adicionalmente, apareció a Pedro, luego a los doce apóstoles y a muchas otras personas. 

 

Notemos que Pablo refiere que a él se le apareció de últimas y que, además, es consciente de que fue perseguidor de la Iglesia de Cristo, sin embargo, la luz de la resurrección también le alcanzó a él, pero ¿Cómo puede ser que una persona que haya perseguido a la Iglesia haya recibido también la luz del Evangelio?, pues ese es el efecto del amor de Dios que es irresistible cuando se presenta a nuestras vidas, un caso similar lo podemos ver en el centurión que al ver como se rasgaba el velo del templo expresó: “¡Verdaderamente este hombre era el hijo de Dios!”(Marcos 15:38,39), solamente el inmenso amor de Dios pudo haber hecho a este hombre testigo de lo que sucedió y compungirlo al punto de hacer dicha declaración. 

 

En ese orden de ideas, el Texto nos refiere que el amor de Dios, que fue entregado a los discípulos, se expandió para alcanzar a la humanidad y Pablo declara que él mismo es beneficiario de tal inmenso amor, "por la gracia de Dios soy lo que soy” es la mejor forma de comprender el amor de Dios, un amor que transforma y da vida, usted y yo también somos lo que somos por la gracia de Dios, por la muerte de Cristo para el perdón de nuestros pecados y por el poder de la resurrección que nos manifiesta el cumplimiento de la promesa de Jesús, “yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10:11), una vida abundante que trasciende de los deseos materiales y que es abundante en paz, amor y presencia misma de Dios. 

 

Reflexiona:  

A veces olvidamos el valor que tiene el sacrificio de Cristo para la humanidad, pensamos que la resurrección es un discurso pasado de moda e irrelevante, sin embargo, es en la comprensión de la resurrección que nosotros encontramos la vida abundante. ¿Cómo estás viviendo la vida que Dios te ha regalado? ¿Cuánto tiempo has desperdiciado quejándote o queriendo llenar vacíos emocionales con cosas materiales olvidando que Jesús ya nos ha dado una vida abundante para ser felices? 

Anímate a vivir la vida que Dios te dio con alegría buscando Su propósito y sirviendo a los demás. 

 

Oremos:  

Padre de amor,  

Gracias por darnos vida mediante Tu hijo, Jesucristo. 

Gracias por el poder de la resurrección que nos sacó de la muerte a la vida eterna. 

Gracias por el mensaje del Evangelio que nos recuerda tu inmenso amor. 

Gracias por estar cada día cuidando de nosotros.  

Por Jesús oramos, Amén. 

 

Con profundo amor;  

 

Rev. Luis Felipe  

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