Un llamado a la reconciliación
El pasaje del Evangelio para el día de hoy es una invitación a la reconciliación, si bien es cierto que su primera impresión parecería mostrar una versión legalista de Jesús adentrando en el sermón de la montaña, el trasfondo o entrelineas es una carta de profundo amor que construye una sana convivencia
entre los seres humanos. Hoy cuando las noticias no son tan alentadoras, ya sea por los fenómenos naturales como el que lamentamos en Siria y Turquía, los numerosos incendios en Nueva York y Nueva Jersey o los feminicidios que se han suscitado en el Quindío, Texas y muchas más partes del mundo, eventos que nos aterran y por los cuales lloramos, Jesús se adelanta en su discurso y nos llama a la reconciliación y al respeto, de alguna forma, a volver a mirar el sistema de valores que nos impone dar lo mejor de nosotros y no solamente recibir beneficios a los que tendríamos derecho.
Hay tres aspectos que se podrían tomar en cuenta apropósito de las palabras de Jesús en la porción de la Escritura el día de hoy y que nos refuerzan la idea de reconciliación y respeto; en primer lugar, llama la atención la relación que hace Jesús entre homicidio y enojo, podríamos pensar, de manera ligera, que el enojo puede ser la semilla de un homicidio, no obstante, la invitación de Jesús va más allá de una sencilla relación como la que acabamos de mencionar, basa su discurso en la ley y profundiza en ella, recordemos que el domingo pasado el mismo Jesús nos advertía que venía para cumplir la ley y solo se puede cumplir cuando se conoce lo cual es un deber ciudadano, en ese sentido, Jesús cita la ley mosaica en el mandamiento de “no matarás” pero advierte, insisto, que la raíz de la acción está en el enojo, Jesús plantea que el que se deja llevar por la ira terminará en los tribunales, seguramente conocemos muchos casos así, personas que en un momento de ira han cometido locuras, algunas personas que se ven de buenas costumbres han terminado en las cárceles luego de dejarse llevar por el enojo porque esté enceguece la vista y la vida y al calor del enojo no solamente se cometen asesinatos físicos sino que se puede destruir la dignidad de una persona, volvemos a pensar en Santiago y su disertación sobre la lengua porque después de pronunciadas las palabras que hieren o matan no se pude hacer nada, las palabras corren con el viento y al estilo de la bola de nieve las historias se van transformando pasando de boca a oído y generando mucha más rabia y división.
En ese sentido Jesús nos invita a reconciliar en dos maneras, la primera tiene que ver la acción reconciliadora que surge desde nosotros y en la que, a veces, no tenemos nosotros culpa, Jesús prefiere que la comunidad tenga buenas relaciones en lugar de buenas ofrendas y esto toma sentido cuando leemos la oración del padrenuestro, la mejor ofrenda que nosotros podemos dar es nuestra vida dispuesta a reconciliar con el otro, solamente cuando estamos reconciliados con Dios y con nuestros hermanos podemos hacer las cosas que Jesús nos dijo que hiciéramos, la gran comisión no se puede llevar a cabo en medio de disputas y contiendas, si tenemos pleito con alguien no estamos perfectamente habilitados para presentarnos en el altar como una ofrenda, ahora bien, Jesús refiere también el riesgo que hay cuando somos nosotros los que hemos cometido la falta y nos llama nuevamente a la conciliación, ponte de acuerdo con tu adversario, paga tu deuda, reconcíliate, pide perdón para que no tengas que ir al juez, como ya lo dije es un llamado a la reconciliación y al respeto a perdonar y a reconocer cuando nosotros mismos fallamos, en otras palabras a no deber nada a nadie, a estar en paz, en lo posible, con todas las personas.
En segundo lugar, el Señor nos llama a la reconciliación y el respeto en la vida de familia, en este sentido, hace la relación entre adulterio y codicia, nuevamente vemos a Jesús profundizando en la ley, no cometerás adulterio es el sexto mandamiento, pero el adulterio, es decir las relaciones extramatrimoniales surgen en el corazón, de donde salen los pensamientos, y Jesús, consciente de la naturaleza del ser humano, nos advierte en donde nace la acción, es decir en la codicia, y nos invita a renunciar, a quitar lo que estorbe para que la vida de familia sea una vida de total entrega, una pareja que no tenga paz y armonía, en donde no reine el amor, no va a poder entregar a la sociedad hijos sanos, el dolor del adulterio, de la discusión, de la desconfianza es lo que germinará en ellos y luego será mucho más difícil tener una sociedad sana, de alguna forma cuando no se respeta la vida de la familia, se esta sembrando en las nuevas generaciones el enojo que líneas más arriba Jesús advierte son la raíz de los homicidios, Jesús dedica parte de su sermón a la vida de la familia en la construcción de relaciones sanas que se complementen, se amen y se comprendan, que sean capaces de superar sus dificultades y que no tengan que contemplar otras miradas o la terminación de las relaciones en estrados judiciales, la vida de familia es un complemento importante en la construcción de la comunidad y el deseo de Dios es la cimentación de familias perdurables y cimentadas en Su amor.
Un tercer aspecto que Jesús nos trae en esta perícopa tiene que ver con la reconciliación con Dios y con nosotros mismos a través de una conciencia limpia, la relación acá es perjurar con el hecho de no jurar, en términos generales no necesitaríamos nosotros jurar, ni por lo alto, ni por la tierra; al respecto, recuerdo la sociedad de los abuelos en los que la firma más importante que existía era la palabra, el si era si y el no era no, la palabra constituía el honor de una persona y era suficiente para cerrar un negocio o cualquier asunto pactado, como ya lo he mencionado esta relación tiene que ver con nosotros mismos y nuestra conciencia, no podemos reconciliar con nuestra familia o con nuestros congéneres si no tenemos claro lo que vale un compromiso, lo que pasa por nuestra mente y corazón deben ser, en si mismo, pensamientos que nos conlleven a cumplir todo lo que hemos pactados moral y materialmente.
Jesús hoy nos llama a la reconciliación y al respeto porque profundizar en la ley implica reconocer donde surge la falla y como evitarla para la construcción de una comunidad sana en todas sus relaciones.
Con afecto;
Luis Felipe
La familia es el núcleo principal de la sociedad!
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