¿Cuál es nuestra intención?

San Lucas 20: 27-38

Todos los actos de nuestra vida tienen una intención, sea positiva o negativa, la manera en la que actuamos desencadena una serie de acciones que, por lo general, pretende acercarnos a nuestros objetivos, en muchas ocasiones fallamos en esas intenciones y eso puede hacer que llegar a nuestra meta sea un poco más difícil o que el camino se haga más largo, a nivel empresarial y motivacional solemos escuchar que nos preguntan si nosotros somos parte del problema o de la solución, de alguna manera, se nos está cuestionando apropósito de nuestra intencionalidad; ¿Cómo vivimos la vida? ¿Cómo afrontamos diversas situaciones? ¿Cuál es nuestro trato hacia las personas que son o que piensan de manera diferente, tal vez opuesta, a nosotros? ¿De qué manera aplicamos la inteligencia emocional en la rutina de nuestra vida? Estas y otras preguntas nos permitirían autoevaluarnos para pensar cual es la intención de nuestras actitudes, palabras, acciones y reacciones en el diario vivir, de alguna manera son cuestionamientos que nos permiten revisar si nosotros estamos verdaderamente enfocados hacia dónde queremos llevar nuestra vida.

El pasaje de hoy nos presenta una situación interesante al respecto que tiene que ver con la intencionalidad y que nos trae una pregunta de facto: ¿Cuál es la intencionalidad que tenemos cuando nos acercamos a Dios?, en el caso del Evangelio un grupo de saduceos se acercan a Jesús para plantear un problema que tenía que ver con la estructura del pensamiento de su interpretación, es decir, con la doctrina; los saduceos eran un grupo judío compuesto por personas aristócratas que se identificaban como descendientes de Sadoq, sumo sacerdote de la época de Salomón, eran conocidos también como sadoquitas, y tenían mucho poder en la sociedad del contexto, entre otras cosas, la posición de sumo sacerdote era ocupada por un saduceo, doctrinalmente distaban del grupo de los fariseos en asuntos de interpretación, para la comprensión de la lectura de nuestra perícopa es importante reconocer dos diferencias doctrinales, a saber, ellos negaban la existencia de los ángeles o espíritus y, de otro lado, no creían en la inmortalidad ni en la resurrección de los muertos, lo uno y lo otro, incluso desde nuestra perspectiva cristiana, parece una locura porque nuestra herencia tiene un corte de interpretación más farisaico, cualquier creyente en Jesús comprende la resurrección como una verdad y una promesa y acepta la existencia de los ángeles a la manera como la Escritura lo explica.

En ese contexto los saduceos, reitero, se acercan a Jesús, muchas personas se acercan a Jesús, le contemplan y hasta sostienen una conversación con Él, pero el punto importante es la intencionalidad de la conversación, estos hombres no pretendían sostener un diálogo con Jesús que les permitiera quitar la venda espiritual que pudieran tener, la intención era generar un problema, de alguna manera confligir, no solamente con Jesús, sino con el grupo de los fariseos y con el pueblo en general trayendo confusión, es una manera de polarizar con el fin de procurar avergonzar al contrincante que en este caso era Jesús, pues como en otras ocasiones lo hemos mencionado, Él resultaba ser incomodo con Su mensaje a los poderosos de la época, el problema estaba basado justamente en la doctrina de la resurrección, al ellos no creer, presentan el caso de una mujer que se casa y que no tiene descendencia, la ley judía, a través del levirato, ordenaba que esta persona tendría que casarse con el hermano del fallecido para lograr su descendencia, no obstante, esta mujer no logra descendencia, sucediendo así con siete hermanos, y quedando en duda quien sería su esposo en la resurrección.

Como ya lo hemos anotado, la pregunta, apunta a la defensa de una doctrina, pero dicha acción mata la esperanza que trae la Palabra de Dios para la humanidad y esto constituye el verdadero problema, porque ver las cosas de manera diferente es usual en los escenarios comunitarios, claramente la posición de los saduceos era opuesta a la de una gran mayoría de judíos y sin embargo los unos y los otros se reunían en el templo para adorar y ofrecer sacrificios, pero generar el debate ante la persona de Jesús implicaba poner sal a una herida que seguramente estará abierta hasta el fin de los tiempos, en ese orden de ideas, Jesús no defiende una postura, simplemente se afirma en el propósito mismo del Evangelio, el amor, para aseverar que la doctrina en cuestión brinda esperanza, reconciliación y acercamiento a Dios; “la gente de este mundo se casa y se da en casamiento, pero en cuanto a los que sean dignos de tomar parte en el mundo venidero por la resurrección: esos no casaran ni se darán en casamiento, pues serán como los ángeles. Son hijos de Dios porque toman parte en la resurrección”, estas palabras de Jesús no solamente afirman lo que Él piensa en cuanto a doctrina se refiere, sino que explica porque cree lo que cree, es esperanzador porque en el “mundo venidero”, es decir, en el encuentro con nuestros seres queridos estaremos revestidos de Dios, seremos como los ángeles porque la muerte ya no será un temor para la humanidad, porque no se pensará de manera temporal y las angustias de este tiempo ya no estarán allí, con estas palabras Jesús pone fin al problema porque Su intencionalidad es diferente, no es polarizar sino traer esperanza a la humanidad.

            "Dios también ha tenido una intención con la humanidad, una intensión de amor, de cuidado y de pastoreo."

Termina Jesús en nuestro pasaje refiriendo que “Dios es Dios de vivos y no de muertos”, con ello, está poniendo el sello de Su tesis, dos miradas invita a hacer Jesús, la primera desde la temporalidad terrenal frente a la atemporalidad en la eternidad, si se piensa en una eternidad no podemos pensar que Dios nos llama a una salvación para difuminarnos o para que sigamos viviendo con la mente de esclavitud heredada por nuestras propias acciones de pecado, en consecuencia, no existe ninguna rivalidad entre el cumplimiento de la ley en la tierra y la esperanza de la vida futura, de otro lado, nos invita Jesús a repensar nuestros pensamientos en términos de las practicas espirituales, esta semana mencionábamos la conmemoración de los 505 añosde la reforma protestante y planteábamos la acción de Lutero en la Catedral de Wittemberg como una acción  liberadora, no podemos olvidar que Dios liberó a su pueblo de Egipto en la promesa de una tierra donde fluye leche y miel, que Jesús nos trajo un mensaje liberador que nos permite ser quien y como somos e ir afianzándonos para ser mejores personas caminando de su lado, que la consolidación de la Iglesia y su posterior Reforma apuntan a que seamos emocionalmente felices, espiritualmente libres, llenos de la gracia del Espíritu, el mismo que se movía en libertad sobre las faz de la tierra cuando esta estaba desordenada y vacía, Dios también ha tenido una intención con la humanidad, una intensión de amor, de cuidado y de pastoreo.

Que hoy podamos evaluar la intencionalidad de nuestros actos, que nuestro caminar se alinee con el Evangelio de Jesús y Su amor y que nuestro acercamiento a Dios sea propositivo para crecer particular y comunitariamente, que seamos parte de la solución y no del problema en toda situación.

Con afecto;

       Luis Felipe

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Iglesia de la Reforma Nunca Deformándose

Muerte, el nombre de una realidad inevitable

Subiendo al árbol