LA INCIDENCIA POLÍTICA DE LA IGLESIA
Se acerca el periodo electoral y con ello vemos a los
políticos haciendo hasta lo imposible para ganar votos, más de uno de ellos se
reviste de piedad cristiana para entrar en las comunidades y dar solución a
cosas que la gente no sabía que tenía necesidad, como dice la canción, “haciendo
puentes donde no hay ríos”, con ellos cantidad de pastores, apóstoles y
profetas, como vendiendo indulgencias, entregan a sus comunidades y hacen
conteo y feria de votos, “quizás si nuestro amigo político obtiene el triunfo, también
nosotros nos untaremos de su mermelada”.
Al parecer a esto se le llama incidencia política de
la iglesia, ese poder de convocatoria, de convencimiento o manipulación de
masas, el pastor como autoridad ordena, el profeta ve y predice, pero no
denuncia, el apóstol establece su “reino” en la tierra y con ello dominio y
poder, hacer lobby en las antesalas de las sedes de campaña, encuentros en las
oficinas de las confederaciones y asociaciones de pastores, cultos de oración
para bendecir a los candidatos, esta de moda, una moda que puede salir muy cara
al “pueblo de Dios” y que de una u otra forma determina el estado no solo del país,
sino de la iglesia misma.
Esta visión de ser iglesia, una iglesia que entra
en el campo político y que asume una “responsabilidad política” en estos términos
trae muchas cosas que pensar pues el fin no justifica los medios y no podemos
permitir que los principios éticos de la iglesia se vean opacados por el
sistema de maquinaria política que se vive en nuestros días. Es de considerar que
debemos replantear la forma de actuar de la iglesia y desde luego su forma de
ser “incidente”, la función principal de la iglesia, es establecer, mediante la
experiencia de la fe y el encuentro con Jesús, una nueva forma de vida en el
ser humano que participa en la conformación de una mejor sociedad, el encuentro
con Jesús implica ser como Él, y esto es ser un hombre espiritual que vive en
un mundo terrenal y que por lo tanto comprende la situación misma de la
sociedad y del tiempo en el que vive .
Actuar en el campo de Jesús implica echar una
mirada a lo injusto, lo desigual, lo excluyente para que mediante la metanoia o arrepentimiento,
podamos cambiar, transformar o renovar y así caminar hacia la construcción de
una mejor sociedad, la iglesia cumple su papel de incidencia política en la
medida que enseña a pensar críticamente a sus fieles y no en la medida en la
que se llevan a los mismos como borregos al matadero de las urnas.
En esencia, un hombre convertido, un cristiano
fiel, ha de ser un buen ciudadano, pero ser un buen ciudadano cristiano va más allá
de arrodillarse y rezar por la ciudad y el país, implica de manera directa
analizar concienzudamente la situación real de la sociedad en la cual estamos
inmersos, para marcar la diferencia y con ello aportar en la construcción de la
nueva sociedad, de esta forma los problemas sociales son los problemas de la
iglesia, el creyente ha de madurar en sus concepciones de fe para tener
elementos de juicio que le permitan, en medio del respeto y de la diversidad,
tomar decisiones concretas en relación a los temas sociales, políticos y
culturales.
La iglesia que busca hacer incidencia política no
puede pensar en “amañarse” con el sistema político actual, debe salvaguardar
sus principios éticos y de responsabilidad social, pues la iglesia debe ser la
defensora de los pobres, de los oprimidos, de los necesitados, una iglesia que
haga incidencia política debe mirar al futuro de la paz y contribuir desde su
mensaje y sus hechos hacia la paz y la reconciliación, la iglesia que hace
incidencia política debe aportar a la construcción de una mejor sociedad en
tanto que es profeta y por ello denuncia la maldad y la injusticia, y se atreve
a ser defensora de los derechos humanos, no basta con conocer los principios bíblicos,
le es necesario conocer el Derecho Humano y el Derecho Internacional Humanitario,
en contextos como el nuestro, es supremamente importante comprender las bases
del conflicto, su origen y su desarrollo en la historia de Colombia para poder
actuar con total sabiduría y ser un agente de reconciliación capaz de acompañar
los procesos de paz sin la mirada guerrerista y vengadora, pues al final el
Reino de Dios que vino a establecer Jesús en la tierra es el Reino de la justicia
y de la paz, no es el reino de los imperios, ni de los ricos, ni de los políticamente
poderosos.
La iglesia en su accionar político debe concentrar
al empresario y al obrero, al rico y al pobre, al hombre de ciudad como al
campesino, al genero humano en su totalidad sin importar sexo, raza, color o
espiritualidad y crear conciencia de la fe que es una fe que incide en la misma
manera en que aprendemos cultura ciudadana, en la que buscamos el desarrollo de
la comunidad haciendo que con ello la experiencia de fe se haga vida, realidad palpable
y ejemplo a los escenarios políticos que hoy por hoy están totalmente
corrompidos, buscar la justicia implica buscar esa igualdad de condiciones para
generar riqueza, buscar la paz implica trabajar actos de re-conciliación,
construir sociedad es generar conciencia de que se puede hacer un mejor momento
para el país desde la fe que combate a la corrupción.
La iglesia que incide políticamente sabe el valor
del voto y por ello mismo deja la libertad a cada creyente para apoyar a su
candidato o candidata y hacer todo el ejercicio político pertinente, siempre y
cuando este ejercicio vaya en pro de la sociedad, pero esto no puede implicar
convertir los pulpitos en estrados para el discurso político o politiquero, al
contrario si algún político quiere venir a la iglesia que sea para sentarse y
escuchar el consejo de Dios a partir del culto que en toda su simbología nos
enseña la ética para la vida y para la construcción de un mejor mundo.
El Reino de Dios busca hombres y mujeres que sean
capaces de transformase y transformar la sociedad, estos pueden o no estar en
la iglesia, pero la iglesia misma debe tomar conciencia de su actuar, de su
forma de hacer discurso político, debe tener el criterio para rechazar
cualquier actividad proselitista en sus pulpitos, en sus iglesias, mientras que
avanza en la consolidación de un nuevo pensamiento, mas diáfano y genuino a propósito
de la labor social, cultural y política que debe aportar el creyente a la
sociedad.
En conclusión, la iglesia que incide políticamente no
es aquella que hace campaña y vende votos, sino la que enseña, a partir del
discurso y de la acción a formarnos como hombres y mujeres libres, seres que
aportan a la construcción de una mejor sociedad y que actúan políticamente desde
la transparencia y el aporte a la sociedad buscando el bien común, y no como diríamos
en Colombia el CVY (Como Voy Yo).
Para la guerra nada!
@pfelipeoliveros
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