Sound of freedom, mi experiencia

Imagínese llevar a sus hijos a una audición porque alguien ha ganado su confianza diciéndole que tienen talentos y no volver a verlos, la vida cambiaría en absoluto, quizás usted y yo hemos experimentado el
vacío que dejan nuestros hijos cuando no están en casa, sin embargo, tenemos la certeza de que volverán y estarán de nuevo con nosotros, pero el café se hace amargo solo con pensar que no volverán y que no sabemos cual será su destino en adelante.

Así comienza la historia de Sound of freedom (El sonido de la libertad), justamente ayer, mientras un amigo compartía el mensaje de consuelo por la  muerte de una muy querida hermana de la iglesia mencionaba que cuando conocía a otras personas su vida cambiaba y, creyéndole, pienso que no solamente las personas que conocemos cambian nuestra vida y nuestra forma de ver las cosas, hay otros elementos como está película, que nos sensibilizan ante problemáticas sociales que siguen vigentes y latentes y que consciente o inconscientemente hemos preferido no ver porque podemos despedir a nuestros hijos e hijas y verlos descansar en sus habitaciones, porque no hemos tenido la angustia de perderlos y saberlos en el peligro.

 El meollo del asunto en la cinta radica en el tráfico de niños para la prostitución; la verdad, no es una historia bonita pero si es esperanzadora, conmueve y nos mueve a pensar qué podemos hacer nosotros a favor de nuestros niños, niñas y adolescentes y cuál es nuestro nivel de compromiso en su cuidado, un proverbio árabe reza que “se necesita a todo un pueblo para formar un niño” y es verdad, necesitamos toda una sociedad para cuidar a los niños, niñas y adolescentes de los peligros que les acechan, necesitamos asumir responsablemente y comunitariamente el encargo de Dios para nosotros “instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartara de él” y con ello repensar cuál es la formación y el camino por el cual estamos instruyéndolos.

Permítame ampliar un poco más la idea, todos los niños, niñas y adolescentes tiene sueños e ilusiones, una silla y un cojín redondo al borde de la cama era mi carro cuando estaba pequeño y podía pasar un buen tiempo conduciendo lo que sería un carro particular o un bus de transporte público, algo así eran los juegos de nuestra infancia, sin embargo, el uso de las redes sociales y de los dispositivos electrónicos ha hecho que nuestros niños, niñas y adolescentes desarrollen la capacidad de pensar en otras cosas y de tener otras ilusiones que, talvez, usted y yo no sepamos como canalizar, en la era del “like” nos encontramos con una mayoría de niños, niñas y adolescentes que desean ser influencers, creadores de contenido para mostrar sus talentos innatos, en la era de lo inmediato nuestra niñez no quiere escaparse y perderse del podscat, nuestros jóvenes se sienten importantes en la medida en que la comprensión del mundo y del reconocimiento lo tienen a partir de los likes que puedan recibir, el concepto de amistad también va cambiando para ellos, cuando las redes sociales surgieron encontrar a los antiguos amigos y estar conectados con nuevas personas era lo emocionante para nosotros, sin embargo, hoy en día nuestros jóvenes chatean más pero comparten menos con seres reales, la idea de amistad y de confianza ha cambiado también para ellos, en este contexto es importante anotar que detrás de las pantallas de los dispositivos electrónicos y en las redes sociales también encontramos máscaras, hay muchas personas que van por nuestros niños, niñas y adolescentes y de la misma manera como ese padre entregó a sus hijos a una red de trafico y prostitución infantil nosotros dejamos a los nuestros en el riesgo de ser conquistados por pedófilos que acechan la red porque la descripción que acabo de hacer apropósito del interés de nuestros niños, niñas y adolescentes por las redes y la manera como nosotros les hemos dado una autonomía que raya en la soledad ha redundado en una infancia que nos saben como expresar su dolor y por eso terminan haciéndose cutting, en personitas que emprenden retos que son peligrosos; lo hemos visto en los adolescentes que mueren haciendo surfing subway en la ciudad de New York, o que resultan tomando de manera colectiva sindenafil con algún energizante como lo vimos años atrás en algunos colegios de Colombia, o si miramos más atrás los riesgos de los cincuenta retos de la ballena azul que tanto daño le hicieron a las familias en el mundo, insisto, estamos dejando a nuestros hijos e hijas en las manos peligrosas de pedófilos que buscan su inocencia, su cuerpo y su sonrisa para la pornografía infantil y para el tráfico de personas.

De otro lado, nos encontramos con la ilusión que tenemos nosotros como padres por ver los sueños de nuestros hijos e hijas cumplidos, sin embargo, la realidad es que muchas familias no alcanzan a llevar a sus hijos a esos estándares tan altos de ilusión, ahora bien, es más preocupante la incapacidad de los padres de hoy por traer a sus hijos a la realidad y enseñarles a construir proyectos de vida sólidos, estamos en un mundo en donde es difícil confiar en otras personas máxime si se trata del cuidado de nuestros hijos e hijas, pero es más difícil aun pensar que dependemos de otros para recuperar a nuestros hijos y traerlos de nuevo a nuestro contexto y realidad, esos niños que el padre dejo en la audición y que nunca volvieron salieron de su natal Tegucigalpa en Honduras para emprender un viaje a lo desconocido, no solamente es un viaje en barco y en condiciones deplorables de Tegucigalpa a Cartagena, es el viaje a la esclavitud y a la perdida de su inocencia, es el viaje que los llevará a perder la confianza en todo y en todos incluso en sus mismos padres y en ellos mismos, el viaje físico es peligroso en si mismo, pero el viaje de su alma y de sus emociones marcará toda su vida, por eso el mensaje de Jim Caviezel apropósito de la película es que el tema en realidad no es la historia de Tim Ballard, un policía que rescata a niños del tráfico y la prostitución,  tampoco es la historia de un padre que pierde a sus hijos, es la historia de los niños, del tráfico, del mercadeo y del abuso sexual infantil, de una realidad que nos atañe a todos nosotros y que cómo lo expresó Eduardo Verástegui, intenta hacernos tomar conciencia de la problemática porque los hijos de Dios no están a la venta, y esté es el mensaje que trae la película a nuestra sociedad.

Vale la pena redundar en el tema del tráfico de niños, niñas y adolescentes, solo se necesita un momento de distracción para que nuestros niños y niñas ya no estén con nosotros, los videos que muestran la manera como se roban los niños son espeluznantes e identificar la realidad de lo que sucede con un niño que se pierde es aterrador, el tráfico y la comercialización de niños, niñas y adolescentes tiene un propósito definido y es la prostitución ese es el camino que le espera a nuestra niñez cuando es arrebatada de su seno familiar, es un camino de espinas, de violaciones y aberraciones, de miedos y culpas que aun cuando logren ser rescatados o salir de ese contexto la marca en su alma quedará perenne como el tatuaje con el que los marcan para identificarlos, los hijos de Dios nos están a la venta, sin embargo, usted y yo necesitamos hacer una compresión más profunda de esa realidad, mire a su alrededor y vea cuanta inocencia corre por su lado, piense en sus hijos, sus sobrinos, los hijos de sus amigos y sus vecinos, ninguno de ellos están a la venta, hoy debe haber un llamado a la consciencia que nos recuerde el cuidado amoroso y tierno que debemos tener con nuestra niñez, los queremos a todos en sus casas porque, como diría aquel padre a Tim Ballard “¿Podría dormir por lo menos una  noche si alguno de sus hijos no estuviera descansando en su propia cama?, esta pregunta más uno de los eventos que vi en la película me hizo pensar en la parábola de las cien ovejas, era necesario dejar en el corral las noventa y nueve e ir por esa que se había perdido, así mismo, hoy es necesario pensar en los niños que se han perdido, aquellos que no sabemos si volverán a casa pero que son los que nos necesitan y vale la pena cualquier esfuerzo que nosotros hagamos por su rescate.

Sin duda esta película cambió mi vida, así mismo vale la pena mencionar que es importante identificar el tema transversal de la misma y dejar claro que otros temas que se han dicho en la interpretación de la misma sobre la cinta no se acercan a la realidad, repito a Caviezel, el tema son los niños, no el policía, no los padres ni el concepto de familia, es la realidad que viven los niños que son las victimas en dos contextos de prostitución y tráfico, el turismo y los grupos armados ilegales, finalmente, al igual que Caviezel, le invito a ver la película, su estreno en Latinoamérica será a finales agosto le aseguro que será uno de los mejores tiempos que usted se dedique a si mismo en este año.

Con afecto;

Luis Felipe 




Comentarios

  1. César Willy Naranjo Clavijo7/25/2023 6:50 a.m.

    Excelente reflexión sobre nuestra responsabilidad como primeros y fundamentales cuidadores de la niñez y la juventud y garantes de sus derechos en Colombia, Estados Unidos o cualquier parte del mundo. Gracias por sus palabras Reverendo Luis Felipe. Bendiciones

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