Lo grandioso de aquella indigna mujer

 Un Café con Cristo

San Juan 4:5-42

El miércoles pasado se conmemoró el día internacional de la mujer o “día internacional de la reivindicación de los derechos de la mujer”, personalmente considero que es lamentable pensar que el día en el que se resalta las acciones de la mujer sea el resultado de una historia oscura y de lucha, si, de aquella historia de las trabajadoras textiles de Nueva York que marcharon en 1857 y del fatídico incendio en una fabrica de camisas en 1911[1], aunque parezca una frase de cliché estoy convencido de que cada día es el día oportuno para admirar y honrar a la mujer, sin embargo, nuestra sociedad patriarcal y tradicional ha disfrazado el amor a la mujer en un manto de control y manipulación que por siglos lo único que ha hecho es impedirle ser y actuar.

 

Es verdad, los avances que la mujer ha tenido en términos de emancipación, han sido el resultado de una lucha continúa, así como estas mujeres estadounidenses la historia nos cuenta de mujeres que han protagonizado grandes hazañas y luchas no solo en su beneficio propio sino que han marcado el rumbo de la historia en diferentes campos, solo por mencionar algunos nombres que vienen a mi mente: Frida Kahlo, Policarpa Salavarrieta, Hannah Arendt, Ana Frank, Malala Yousafzai, mi hermosa esposa Letty Heredia, María de Nazareth y una mujer samaritana, la misma mujer que hoy nos cuenta el Evangelio que conversó con Jesús y que va a jugar un papel realmente importante en la labor evangelizadora del Señor.

 

Permítame resaltar alguno aspectos de este relato que me parecen muy pertinentes en una lectura con clave del  día internacional de la reivindicación de los derechos de la mujer; en primer lugar pensemos en las condición que el Texto bíblico plantea sobre la situación de Jesús, Él estaba cansado y es la razón por la que se sentó junto al pozo, Samaria no era el mejor lugar para que un judío estuviera y menos si se trataba de quedarse solo, los discípulos que eran su compañeros de camino se habrían apartado para buscar algo de comer, en ese tiempo de descanso una mujer llega al pozo para sacar agua y Jesús toma la iniciativa de hablarle, quizás esto no sería algo extraño para la mujer si pensamos en lo que el pasaje nos hablará más adelante, sin embargo, las palabras de Jesús a la mujer tienen una diferencia amplia a las palabras e intenciones que tendrían otros hombres que se le acercarían, Jesús se acercó para dignificarla y la estrategia que uso fue mostrar su propia fragilidad; “dame de beber”, en otras palabras Jesús nos enseña que la vulnerabilidad no hace diferencia de culturas y que quien ha sido siempre usado puede ser fundamental en las manos de un Dios que dignifica y nos pone en los mejores lugares.

 

En el relato el asombro de la mujer se muestra puramente cultural, quizás esta preguntando ¿Qué esta buscando este hombre extranjero y enemigo hablándome? Seguramente, debido a su propia experiencia esta mujer tendría un alto nivel de desconfianza pero Jesús pone las cartas sobre la mesa, de un lado plantea el problema del agua como elemento físico y de la resequedad espiritual, si bien Jesús estaba físicamente cansado esta mujer tendría que haber lidiado con una vida áspera que haría que estuviera cansada emocional y espiritualmente, en segundo lugar le habla de su vida, no para juzgarla sino para amarla y comprenderla, cinco maridos ha tenido y un sexto compañero no está siendo la persona que debería estar a su lado para cuidarla y valorarla, en otras palabras, esta mujer posiblemente ya estaba rezagada y cualquier persona que se acercará a ella podría estar bien porque le brindaría algo de afecto y sostenimiento haciéndole “un favor” a su triste existencia, no obstante insisto, las palabras de Jesús no eran condenatorias, eran las palabras precisas para correr el velo de sus ojos, de su forma de ver la vida y dar un propósito a su existir, fue la manera como le devolvió la dignidad y el sentido de la vida y de pasar de ser una mujer indigna se convirtió en un puente para que Samaria pudiera acercarse a Cristo y conociera el significado de la adoración.

 

Vale la pena decir que esta mujer tenía principios religiosos claros, ahora bien, esto no es una evidencia diáfana de llevar una vida espiritual satisfactoria, conocía los conceptos de su tradición de fe, sin embargo no había logrado aplicarlos en su vida personal, al encuentro con Jesús esta mujer deja su cántaro, ya no tenía que mirar hacia abajo, a lo profundo del pozo en busca de agua, sino que de su interior corrían los ríos de agua viva y eso le permitió levantarse de su estado y llevar la buena noticia del gran amor de Jesús, seguramente también para ella fue una lucha lograr entrar en la sociedad y mostrarse segura de quien era ahora, enfrentarse a su pasado y su presente no sería fácil pero lo cierto es que logró marcar un hito en la historia de Samaria porque su encuentro se replicó y los hombres de Samaria quisieron conocer y aprender de Jesús.

 

Aún me quedan muchas preguntas en este episodio cuando miro la realidad actual, aún hay muchas samaritanas a nuestro alrededor que han sido despreciadas y manipuladas por la sociedad, todavía hay un abismo en la relación de poder entre hombres y mujeres, en muchas ocasiones no pasamos del mero discurso y las acciones machistas siguen siendo predominantes, quizás, muchos hombres aún ven a la mujer como un objeto sexual o una prestadora de servicios bajo el manto del “aprovisionamiento”, es posible que los pasos que se han dado en función a la igualdad de género sean muy lentos y que debamos asumir con más conciencia las acciones del Jesús del evangelio que hoy nos habla con respeto y acepta el pasado de esta mujer en tanto que le ayuda a cambiar su percepción y la empodera, estoy seguro de que debemos revisar, como sociedad, nuestro papel en el ejercicio de la igualdad reconociendo los alcances y aportes que la mujer está forjando cada día.

 

Entre tanto que esto pasa, a ti mujer que me lees te repito: Me uno a tu causa reivindicándote, respetándote y admirándote.

 

Con afecto.

             Luis Felipe



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