COMPROMETIDOS CON LA PALABRA

Comprometidos con la Palabra, ese fue el tema de mi sermón el día de hoy, los puntos principales fueron; 1. El compromiso con la Palabra es un compromiso con la vida, 2. El compromiso con la Palabra es un compromiso sufrido y 3. El compromiso con la Palabra es un compromiso de fe, cada punto se desarrolló en el marco del Evangelio como una apuesta a la vida, la esperanza, la resurrección, la reconciliación, el perdón, en fin, el amor.

Hoy, después de conocer los resultados del plebiscito me queda el sinsabor del abstencionismo, el dolor de patria al pensar que pesa más el deseo de violencia, de guerra, las ansias de venganza, he necesitado guardar silencio para pensar y repensar, he tenido temor, miedo, dolor de pensar que más de cuatro años se pierdan y se echen a la basura, me duele pensar que las minas “quiebra patas” seguirían siendo el día a día, que niños pueden ser reclutados para la guerra, que los campesinos y campesinas de nuestro país seguirán siendo desplazados, desterrados de sus campos, que la brecha entre el campo y la ciudad seguirá existiendo cerrando la puerta al desarrollo, que muchos de nosotros, quienes le apostamos a los derechos humanos y la vida, junto con nuestras familias, corremos el riesgo de la muerte.

Sin embargo, consecuente a lo predicado, aun se requiere una Iglesia que vaya en contravía a lo establecido por el mundo, una Iglesia que vaya en “contravía” pero no en “contravida”, una Iglesia y una sociedad que siga caminando en esperanza, en perdón, en resurrección, en amor, en medio de la desesperanza, del odio, de la muerte, de la tristeza, ¿Cómo cantar salmos a Dios en tierra de extraños? (Salmo 137:4) ¿Cómo hablar en esperanza en un mundo de odios, violencia y guerra?, ese es nuestro “sufrimiento”, aun estamos llamados para ser sal y luz en la tierra, para mostrar al mundo el amor de Dios, para trabajar por la paz y la reconciliación.

Ir en contravía es justamente ir en sentido contrario a la desesperanza y a la desesperación, claro que el camino es difícil, claro que ahora tenemos mucho más por hacer y por supuesto, es claro que se perdió una gran oportunidad, ahora bien, nosotros, quienes somos creyentes necesitamos seguir caminando juntos para labrar los caminos de la paz y la esperanza, Dios aun nos invita a hacerlo. En medio del dolor que hay en mi corazón, en medio de la profunda tristeza, debo comprender que aun Dios nos llama a ser pacificadores, bienaventurados los pies de los que anuncian la paz.

Recordemos que somos peregrinos, vamos caminando y no podemos permitir que este resultado se convierta en nuestra derrota, si bien es el triunfo para otros, para nosotros debe ser un llamado de atención, una alerta para comprender que aun debemos trabajar, en nuestro interior, en el interior de nuestras comunidades, en la sociedad, aun este país nos necesita, aun las victimas nos necesitan, aun las insurgencias nos necesitan, aun el Estado necesita de nosotros, los constructores de la paz.

El compromiso con la Palabra como compromiso con la vida, como un compromiso sufrido, es el compromiso de fe, es el llamado de Dios a no desmayar, es la cualificación de la fe que hoy por hoy muchos han entendido por cuantificación en la que somos llamadas y llamados a seguir tejiendo la red de la paz y seguir cumpliendo con el mandato de Cristo; “en esto conocerán todos que son mis discípulos, si tuviesen amor los unos por los otros”

¡No me resigno!, mi silencio se rompe para decir a todas y todos que debemos seguir trabajando por la paz, que aun cuando no seamos oídos, nuestro mensaje debe seguir siendo el mensaje de amor de Dios, de esperanza, de resurrección y que desde nuestros sitios y posiciones estamos llamados a seguir construyendo, ¡No me resigno!, aun cuando mirando al suelo deba seguir contemplando el rojo carmesí de la sangre que ha sido derramada por hermanos y hermanas víctimas del conflicto, ¡No me resigno! y les invito a no resignarnos, a seguir soñando, a seguir mirando la utopía de la paz y a seguir sembrando en nuestros hijos e hijas, en nuestra sociedad,  costumbres y acciones de paz, amor reconciliación y perdón.

¡Para la guerra nada!
¡Para la paz TODO!


Revdo. Luis Felipe Oliveros Gómez 

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