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Sublime gracia

Philip Yancey Presionado para ingresar a la Marina Real, John Newton fue despedido por insubordinación y se convirtió en traficante de esclavos. Conocido por maldecir y blasfemar, trabajó en un barco de transporte de esclavos durante la época más cruel del comercio transatlántico de esclavos, hasta que, finalmente, llegó a ser capitán. Una conversión dramática en alta mar lo colocó en el sendero de la gracia. Siempre sintió que no merecía la nueva vida que tenía. Se convirtió en un encendido predicador del evangelio y, con el tiempo, líder de un movimiento abolicionista. Newton se presentó ante los congresistas de los Estados Unidos y dio un testimonio presencial irrefutable del horror y la inmoralidad del mercado de esclavos. También es conocido como el autor de la letra de uno de los himnos más amados de todos los tiempos: Sublime gracia. Newton afirmaba que, si tenía algo bueno, se lo debía a la obra de la gracia divina. Al hacerlo, se coloca a la misma altura de estos ...

La reunión final

Joe Stowell Nunca olvidaré la vigilia de sentarme al lado de la cama de mi padre durante sus últimos días con nosotros antes de pasar a la eternidad. Hasta hoy, el momento en que falleció sigue ejerciendo un profundo efecto en mí. Mi papá siempre estaba dispuesto a ayudarme. Podía llamarlo cada vez que necesitaba un consejo. Tengo hermosos recuerdos de nuestros días de pesca juntos: hablábamos de Dios y de la Biblia, y yo le insistía para que contara historias cómicas de su juventud en la granja. Pero, cuando respiró por última vez, tomé conciencia de la irreversibilidad de la muerte. Se había ido de este mundo, y mi corazón tenía un cartel en su puerta que decía: «Vacío». Aun así, en medio de tal pérdida y dolor, la Palabra de Dios habla profundamente a los espacios vacíos. El apóstol Pablo nos enseña que, cuando el Señor Jesús vuelva, los que se hayan ido antes resucitarán primero y que nosotros «seremos arrebatados juntamente con ellos […] y así estaremos siempre co...

La vieja y sabia lechuza

Jennifer Benson Schuldt Hace años, un autor anónimo escribió un breve poema sobre los méritos de medir nuestras palabras: Una vieja y sabia lechuza estaba posada en un roble, / Cuanto más veía, menos hablaba; cuanto menos hablaba, más escuchaba. / ¿Por qué no podemos ser como esa vieja y sabia ave? Hay una conexión entre la sabiduría y el limitar lo que decimos. Proverbios 10:19 declara: «En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente». Somos sabios si cuidamos qué y cuánto decimos en determinadas situaciones. Es importante refrenar nuestras palabras cuando estamos enojados. Santiago exhorta a los creyentes: «… todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse» (Santiago 1:19). Medir lo que decimos también puede mostrar reverencia a Dios. Salomón señaló: «… Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras» (Eclesiastés 5:2). Cuando los demás están angustiados, estar con ellos y en si...

El lenguaje del silvido

Mart de Haan En La Gomera, uno de los islotes de las Islas Canarias, está resurgiendo un idioma que suena como el canto de un pájaro. En una tierra de valles profundos y grandes desfiladeros, los niños en las escuelas y los turistas aprenden sobre los silbidos que, hace tiempo, se usaban para comunicarse a más de tres kilómetros de distancia. Un cuidador de cabras que ha vuelto a usar este antiguo idioma con su rebaño, declaró: «Ellas reconocen mi silbido tanto como mi voz». El silbido también aparece en la Biblia, donde se describe a Dios como un pastor que silba para llamar a sus ovejas. Quizá el profeta tenía en mente esta imagen cuando describió al Señor, quien, un día, silbaría para atraer hacia sí a un pueblo disperso y errante (Zacarías 10:8). Muchos años después, Jesús afirmó: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen» (Juan 10:27). Tal vez ese sea el silbido de un pastor. Las ovejas no entienden las palabras, pero conocen el sonido que indica la p...

Urgencia del espíritu

David C. McCasland En marzo del 2011, un devastador maremoto azotó Japón, y se llevó casi 16.000 vidas al arrasar pueblos y aldeas a lo largo de la costa. La escritora y poetisa Gretel Erlich visitó ese país para ser testigo de la destrucción y documentarla. Cuando se sintió incapaz de reportar lo que veía, escribió un poema sobre la situación. Más tarde, en una entrevista, declaró: «Mi viejo amigo William Stafford, un poeta ya fallecido, señalo: “Una poesía es una urgencia del espíritu”». En la Biblia, encontramos que la poesía se utiliza para expresar una emoción profunda, que va desde una alabanza gozosa hasta una pérdida angustiosa. Cuando el rey Saúl y su hijo Jonatán murieron en la batalla, la tristeza abrumó a David (2 Samuel 1:1-12), quien derramó su alma en un poema titulado Cántico del arco: «Saúl y Jonatán, amados y queridos; inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados […]. ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! […] Angustia teng...